9/2/21

Qué más da el alma

 


Me desnudo y me miro al espejo. Esa imagen que a diario pasa

fugaz, distante, como una ráfaga

a lo lejos.

Me detengo en ella, tiro de ella. La acerco a mí.

Veo dolor instalado formando rutas difíciles.

Hay piel;

inmensa llanura de células sensibles.

Tengo los brazos delgados,

ni sé cómo han podido aguantar tanto peso

o empujar tantos miedos. Son mis brazos de guerrera.

Dejo escapar el aire anudado que me oprime un alma

que no encuentro. Por más que busco

no la encuentro. Si pudiera cogerla entre mis 

manos.

Hay montes deshabitados donde la helada 

cae a plomo.

Grietas que no terminan de cerrarse. Paso los dedos y 

duele.

Toco despacio, como trenzando cabellos finos,

como espuma que se rompe. Alargo el recorrido;

sombra al atardecer.

Me alojo en mis hombros dignos, cansados.

Hermosos.

Qué más da el alma, si tengo el dolor 

vivo.


Foto de Михаил Секацкий en Unsplash



13/12/20

Noviembre

Volvemos a la infancia con las pinturas de Judith Clay | Dibujos, Pinturas,  Producción artística

Noviembre es un mes triste. Octubre todavía es cálido y soleado, pero noviembre es triste. Antes, durante todo el mes de noviembre tocaban diariamente las campanas, ya sabes, por los difuntos, y no había un sólo día del mes que las campanas no nos recordaran que nuestros muertos seguían muertos, tristemente muertos, que de eso se encargaban los tonos lúgubres de las campanas, y muertos también seguían los muertos de los vecinos, los de acá y los de más allá, valga la expresión, porque eso sí, las campanas se escuchaban por todos lados. Otra cosa no, pero un buen campanario sí que había. Ya me hubiera gustado que el mes de noviembre no fuera así, tan negro, tan llorón, porque realmente es un mes bonito de no ser por las campanas. Qué miedo me daban esas campanas. Todos los años había que llorar, qué íbamos a hacer si no. Yo hubiera preferido cantar a los muertos, reírles por lo menos, que eso siempre gusta más, pero no, noviembre era un mes para llorar y el resto del año para trabajar, ya me dirás. Y luego las misas por los santos difuntos, que ya ni acordarme quién era el muerto al que había que rezar, pero a la misa había que ir, de negro y con pena. Qué bien que lloraban las mujeres de mi pueblo, ¡cómo se oían los suspiros cuando tañían las campanas! De alguna misa me libré porque mi hermano, que de pequeño odiaba los pájaros, y ahora, fíjate tú cría canarios, pensó que para qué iba a ir yo a las misas si ya lo hacía él.  Qué tontería, para qué los dos. 
Todavía me acuerdo cuando era joven. Paseaba con las amigas por la calle en hilera, las más audaces al extremo que eran las que se llevaban la suerte de pasar al lado de los chicos. Yo siempre caía en el centro, hay que ver cómo era yo, pero eso sí, no había nadie que leyera tanto como yo en el pueblo. La de libros que habré leído, y eso que no eran tiempos para eso, pero tampoco para pasarse el mes llorando, ¿no? 


Ilustración: Judith Clay




7/12/20

La noticia



"Curioso... por el latido, parece un pez", afirmó después de un largo silencio. Siempre creí que diría “niño” o “niña”. Lo típico. Cuando salí de la consulta volví a casa y me sumergí en la bañera. No pude resistirme a darle la noticia: “vas a ser padre”, le dije. El hidromasaje burbujeó loco de contento.


Ilustración: Rebeca Dautremer

6/12/20

La jardinera




Solía dedicar las primeras horas de la mañana a cuidar sus macetas. La luz de esas horas entraba con delicadeza y dulcificaba su piel. Quitaba las ramas secas con cuidado, enderezaba los tallos y contemplaba los brotes. Luego se sentaba cerca de la ventana a observar la calle, con la sensación y el olor de la tierra húmeda todavía en los dedos. Más tarde empezaría a transitar la gente. No tenía prisa, sabía que aquellas flores blancas abrirían pronto sus pétalos. Cuando eso sucediera, seguro que ya habría saludado desde su ventana a las mismas personas que cada mañana acostumbraban a pasar por allí, mirando hacia ella esperando el gesto de siempre, conscientes de que aquella mano de movimientos suaves y lentos era, en realidad, una flor abierta.


Foto de Steinar Engeland en Unsplash

18/4/20

Pausa




Se ha detenido el tiempo 
en mitad del salto
para que la hierba 
crezca mientras tanto.



Texto: Inma Cañete
Ilustración: Jimmy Liao

Revisión

Estoy pasando a limpio mi vida; 
la letra no se entendía.




Texto: Inma Cañete
Ilustración: Adolfo Serra

Bailar un poema





Bailar un poema
es mecer la belleza.


Ilustración: Maritxell Ribas