17/5/13

No todo está perdido




Buscó por todos lados. Bajo su almohada encontró sobras de sueño. Detrás de los muebles sólo había pared. Buscó en el suelo, dentro del suelo, a ras del suelo. Miró en la palma de sus manos porque a veces perdía las cosas y las tenía allí. Nada de nada en ningún cajón, en ninguna caja, en ningún arcón. Buscando encontró cosas que ya había olvidado: un calcetín, un, un elefante y un desengaño. Lo guardó todo debajo del colchón. Ni rastro de lo que había perdido. Dejó de buscar. A veces las cosas llegan solas. Esperó sentada, agachada, boca arriba y boca abajo. Esperó de perfil y de frente, de medio lado y de cuerpo entero. Nada. Salió a dar un paseo por un lugar hermoso y cuando volvió a casa, allí estaba. Tan pequeña y tan intensa como siempre. Había recuperado la chispa.

Ilustración: Yelena Bryksenkova

14/5/13

Decepción

En cada esperanza
se pierde 
un latido

Ilustración: Jimmy Liao

30/4/13

Aire


Bocanada de hierro
para llevar a mis pulmones
el golpe seco
de un nuevo dolor.



Fotografía: Fran de la Cuz.

3/4/13

Palabras







Maldita la vida,
dije luz.

Arrastro los pasos,
dije refugio.

Sostengo el miedo,
dije acantilado.

Para qué tantas palabras,
dije silencio.


Ilustración: Elena Odriozola

14/3/13

Cuento sin hadas



...Y el príncipe le salió rana.


Ilustración: Roger Olmos

9/3/13

Destino




De todos los asientos libres, elijo el más cercano a la puerta. Como si así fuese a llegar antes. Hacía tiempo que no subía a un autobús y la sensación es agradable. El asiento es amplio y nadie se ha sentado a mi lado. No sé si mirar por la ventana o dormir. Tengo ganas de llegar. Quizá si duerma, el tiempo se pase más rápido. El autobús se pone en marcha, apenas hace ruido, más parece que el motor se vaya a apagar. Comienza un traqueteo suave, me acomodo en el respaldo y cierro los ojos. Mientras el viaje avanza intento pensar en las cosas que voy a hacer cuando llegue, pero las voces de los demás viajeros me desconcentran. Hablan de una manera extraña, como si cada frase estuviese dicha a golpes y en cada palabra hubiese un punto y final. No sé que idioma es pero me resulta vagamente familiar.
De pronto abro los ojos, asaltada por una certeza horrible. Me doy cuenta que los pasajeros están hablando al revés, como si una grabadora estuviera rebobinando sus voces. Miro por la ventana, con la esperanza de encontrar un paisaje tranquilizador y el corazón se me para cuando me doy cuenta que, pese a estar avanzando, el paisaje retrocede, cada vez más rápido, huyendo. Una sensación de vértigo y miedo me recorre las tripas y busco con la mirada algo o alguien que me devuelva el presente. Nada. Ni siquiera el tiempo avanza; los minutos, arrepentidos, se deshacen en mi reloj.
Comienzo a marearme, a dar vueltas, a no saber dónde mirar porque las cosas ya no están en su sitio, ni siquiera yo, que aún estando, siento que escapo. Entonces, el autobús se para.
- Perdone, señorita, le repito que el viaje no puede comenzar si no me enseña el ticket. - Lo siento, aquí tiene, me había despistado. Le tiendo el billete al revisor y respiro aliviada. Comienza un traqueteo suave, me acomodo en el respaldo, cierro los ojos y pienso que debería consultar mi tendencia a anticipar acontecimientos.

Fotografía: Fran de la Cruz

1/3/13

Alma


Cierro los ojos para no
 ver
que no estás.

Que me rebose
el alma
en esta noche lenta.


Ilustración: An-na Jo