30/4/13

Aire


Bocanada de hierro
para llevar a mis pulmones
el golpe seco
de un nuevo dolor.



Fotografía: Fran de la Cuz.

3/4/13

Palabras







Maldita la vida,
dije luz.

Arrastro los pasos,
dije refugio.

Sostengo el miedo,
dije acantilado.

Para qué tantas palabras,
dije silencio.


Ilustración: Elena Odriozola

14/3/13

Cuento sin hadas



...Y el príncipe le salió rana.


Ilustración: Roger Olmos

9/3/13

Destino




De todos los asientos libres, elijo el más cercano a la puerta. Como si así fuese a llegar antes. Hacía tiempo que no subía a un autobús y la sensación es agradable. El asiento es amplio y nadie se ha sentado a mi lado. No sé si mirar por la ventana o dormir. Tengo ganas de llegar. Quizá si duerma, el tiempo se pase más rápido. El autobús se pone en marcha, apenas hace ruido, más parece que el motor se vaya a apagar. Comienza un traqueteo suave, me acomodo en el respaldo y cierro los ojos. Mientras el viaje avanza intento pensar en las cosas que voy a hacer cuando llegue, pero las voces de los demás viajeros me desconcentran. Hablan de una manera extraña, como si cada frase estuviese dicha a golpes y en cada palabra hubiese un punto y final. No sé que idioma es pero me resulta vagamente familiar.
De pronto abro los ojos, asaltada por una certeza horrible. Me doy cuenta que los pasajeros están hablando al revés, como si una grabadora estuviera rebobinando sus voces. Miro por la ventana, con la esperanza de encontrar un paisaje tranquilizador y el corazón se me para cuando me doy cuenta que, pese a estar avanzando, el paisaje retrocede, cada vez más rápido, huyendo. Una sensación de vértigo y miedo me recorre las tripas y busco con la mirada algo o alguien que me devuelva el presente. Nada. Ni siquiera el tiempo avanza; los minutos, arrepentidos, se deshacen en mi reloj.
Comienzo a marearme, a dar vueltas, a no saber dónde mirar porque las cosas ya no están en su sitio, ni siquiera yo, que aún estando, siento que escapo. Entonces, el autobús se para.
- Perdone, señorita, le repito que el viaje no puede comenzar si no me enseña el ticket. - Lo siento, aquí tiene, me había despistado. Le tiendo el billete al revisor y respiro aliviada. Comienza un traqueteo suave, me acomodo en el respaldo, cierro los ojos y pienso que debería consultar mi tendencia a anticipar acontecimientos.

Fotografía: Fran de la Cruz

1/3/13

Alma


Cierro los ojos para no
 ver
que no estás.

Que me rebose
el alma
en esta noche lenta.


Ilustración: An-na Jo


18/1/13

El Dragón de Plata



El el mar de China, una vez al año se produce una ola gigante. Los más intrépidos se adentran en sus fauces y son inmediatamente engullidos. Cuando la ola rompe, no se encuentra rastro alguno de ellos. Al año siguiente, los espectadores del acontecimiento no se esperan que la ola devuelva a los aventureros sanos y salvos. Aturdidos por el aplauso y los abrazos de sus seres queridos, avanzan de nuevo hacia la ola. El Dragón sólo les dejó salir para coger aire.

Ilustración: Suzy Lee

20/12/12

Los días sin Ana


 

Es un lugar inhóspito, muy pequeño y con los techos excesivamente altos. Hay una ventana por la que no entra el sol, pero sí el invierno. En las paredes hay varias fotografías coloridas que intentan ocultar los desconchones. Papeles, anotaciones, tareas pendientes y un calendario en el que se tachan los días que pasan. Allí hay que tener cuidado de no tropezar con algo. Pese a que el habitáculo está atestado, huele a vacío. Cuando Ana está, todo es diferente. No importa el desastre, ni el frío; ella es luz. Fran no puede soportar ver su silla vacía y con desesperación, visita su estancia una y otra vez, con ansias de ella. 
Un día Ana vuelve y trae consigo el tiempo que se llevó. Se sienta y espera, conteniendo su alma, a que Fran llegue. Cuando él entra y la ve de nuevo en su sitio, se acerca a la pared, arranca el calendario y se mete en el bolsillo los días perdidos. Se cogen de la mano y se van de aquel lugar reservado a la soledad.

Ilustración: Alejandra Acosta