No sé si puedo ayudarte. El mundo funciona de una manera extraña. Injusta.
Sé que te hacen falta besos y que todavía no sabes qué es compartir una risa. Al final todo se olvida, verás como todo pasa, te lo digo yo, el tiempo pasa. Te preguntarás qué hay de malo en ti para que tengas que sufrir de este modo. No hay nada de malo en ti, el problema está ahí fuera. Quiero que sepas que todos alguna vez nos sentimos solos, pero siento de veras que te ocurra tan pronto, no es justo que sientas tanta amargura.
Me dices que lo peor que te pasa cada día es levantarte por las mañanas; yo al escuchar eso me muero de pena, pero entiendo que no te ilusionen los desprecios, las palabras malas y el vacío en el asiento de al lado. Entiendo que estés mejor en tu casa, en tu refugio, donde nadie te exige nada y comprendo también que cuando sales a la calle te conviertas en la niña más sola del universo, porque a tu edad la soledad supera los límites de la tierra y se expande en millones de infinitas tristezas por el firmamento.
Sólo puedo rozarte cariñosamente la mejilla, escucharte y emocionarme contigo. Levanta la cabeza, ¿sabes sonreir? También puedo sonreír yo.
Ilustración: Patricia Metola