
Me acuerdo cuando quería tocarte, tenerte. A ti y a nadie más porque todo lo demás estaba ya pensado, desordenado, conocido, sentido.
Podía inventar un nuevo aroma, el de tu piel, que me permitiera olerte a ti y sólo a ti. Eras como yo te quería imaginar, tenías el tacto que yo quisiera tocar noche tras noche y toda mi vida. Tan mío, tan íntimamente unido a mi esperanza, a mi deseo de vivir, de salir a la calle y respirar contigo los árboles, los bordillos que saltamos a la vez, la esquina o el último balcón que es el que más flores tiene.
También podía pensar en tus dedos. O en tu oreja. Mientras tanto quería ser feliz.
Ni siquiera estás pero no importa, ya no tengo prisa. Ahora que todo está ordenado y tranquilo prefiero esperarte, soñarte y cuando llegues te enseñaré muchas cosas, que la soledad es bonita y la oscuridad sirve para que se vean las luciérnagas. Te contaré un secreto: que cuando la gente llora sale el arcoiris por detrás de sus cabezas , pero no se lo puedes decir a nadie.
Te dejaré todos mis lápices, ya verás qué bonitos. Voy a enseñarte dónde se guarda la luna durante el día; le diremos que abra bien los ojos para que lo veas. Y te llevaré a conocer sonrisas, a que te acaricien la espalda y te toquen el pelo.
No hay prisa, ya te he amado.
Podía inventar un nuevo aroma, el de tu piel, que me permitiera olerte a ti y sólo a ti. Eras como yo te quería imaginar, tenías el tacto que yo quisiera tocar noche tras noche y toda mi vida. Tan mío, tan íntimamente unido a mi esperanza, a mi deseo de vivir, de salir a la calle y respirar contigo los árboles, los bordillos que saltamos a la vez, la esquina o el último balcón que es el que más flores tiene.
También podía pensar en tus dedos. O en tu oreja. Mientras tanto quería ser feliz.
Ni siquiera estás pero no importa, ya no tengo prisa. Ahora que todo está ordenado y tranquilo prefiero esperarte, soñarte y cuando llegues te enseñaré muchas cosas, que la soledad es bonita y la oscuridad sirve para que se vean las luciérnagas. Te contaré un secreto: que cuando la gente llora sale el arcoiris por detrás de sus cabezas , pero no se lo puedes decir a nadie.
Te dejaré todos mis lápices, ya verás qué bonitos. Voy a enseñarte dónde se guarda la luna durante el día; le diremos que abra bien los ojos para que lo veas. Y te llevaré a conocer sonrisas, a que te acaricien la espalda y te toquen el pelo.
No hay prisa, ya te he amado.
Imagen: "Madre e hijo" Gustav Klimt